En un artículo anterior hablaba de que la técnica por si misma no tenía valor alguno. Hoy quiero poner en relieve los puntos más interesantes de elegir por un lado algo técnico, o algo automático.
Y es que ninguna opción absoluta es buena, y vaya esto por delante.
Siempre los extremos han sido malos, nocivos, pero en este caso más. Puesto que un planteamiento absolutista solo nos aboca al fracaso.

Lo que si que es verdad es que no hay nada como hacerte fama de algo para usar aquello de lo que no tienes fama para engañar a magos, pero no estamos en ese planteamiento, ya que el público es nuestro fin, y solo el respetable es el que nos marca los tiempos.

Hay que tener en cuenta varias cosas a la hora de escoger un camino u otro, y es que no tenemos que perder de vista el fin, nuestro fin es Ilusionar.

Visto el fin, el camino está claro, se tiene que escoger la mejor opción para poder llegar a ese fin. Pero existen unas normas concretas, una especie de acuerdo tácito entre el mago y el espectador que hace que no usemos, o no abusemos de ciertos elementos.

Del uso al abuso hay solo un paso, y uno tiene que estar muy atento a en que momento damos ese paso en falso, que nos hace ser demasiado técnicos o demasiado prácticos, por decirlo de algún modo.

 

Cuando hablo de automáticos, hablo de automatismos también, sin embargo el nivel de teoría que se tiene que aplicar en estos en concreto me atrevería a decir que es hasta mayor para poder llegar a la meta marcada.
En el caso de la técnica, se tiene que tener cuidado para no caer en la explicación simple de que todo es “habilidad”. Y es que el mago técnico que enarbola esa bandera del cardistry o que se ve que manipula para mi gusto no es buen técnico, el mejor técnico es aquel que no se sabe que hace técnica, que la hace y es inocua, si quieres saber más puedes ver todo lo que escribió Ascanio, o Vernon al respecto, y  es que al público le da igual que hayas tardado años en conseguir una elmsley potable, lo que quiere es ver la magia, no tu técnica habilidosa. El peligro intrínseco de la técnica es el manual. Un café de más un día concreto, o meramente problemas asociados a la edad como la artritis, reuma u otros similares, hacen que la técnica se tenga que abandonar por otras soluciones menos dolosas para el actuante.

Sin embargo, el peligro de que pongamos más carga en el automático o automatismo es que dependemos de que las instrucciones sean correctas y de el aparato no falle.

automatismo
No hay mayor horror que se te rompa el ITR por gran tensión, con el consecuente fin de la ilusión y sin tener un por si acaso. Siempre hay casos y casos, pero imaginate una houlette que no suba, es un desastre. Y ojo que con la técnica también puedes fallar, pero el porcentaje de fallo es menor porque depende directamente de ti.
El automatismo es así un medio, sin llegar al extremo, de cómo conseguir que hagamos algo, pero no tenemos que defenestrar la limpieza que nos dan estos elementos, sobre todo en algunos casos puntuales pero reseñables como la numismagia; donde el usar elementos y automatismos es elección; o las Grandes Ilusiones, donde no queda más remedio en muchos casos que usar el automatismo para poder llegar a fin último; o mismamente el mentalismo donde cada vez es mayor la incidencia de los automatismos para conseguir dependiendo qué cosas.

Es por ello que creo necesario señalar que la virtud se tendría que encontrar en el medio, y que lo más importante que usamos en este caso es que tenemos que tener siempre presente el final del camino, que es la ilusión del espectador.
Para finalizar, deberíamos de hacer un autoexamen para saber en qué momento usar que cosas, porque la definición de mago “técnico” como “NO técnico” creo que son un error de concepto que a la larga no nos hace ningún favor, un mago, un buen mago, sabe que caminos escoger en depende que situaciones, sin que estas se rigan meramente por la técnica o el automatismo, y esto, claro está sin contar con las limitaciones asociadas a la edad, que de esas, por suerte, nadie nos libramos.

Como conclusión creo que lo que más prima en estos aspectos es el sentido común, que por desgracia, es el menos común de los sentidos.